LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD

por Herbert W. Armstrong

¿Qué es el Espíritu Santo? Es el divino poder de Dios, el poder que engendra vida, que imparte la vida divina inmortal en un cristiano cuando este se arrepiente y cree, convirtiéndolo así en hijo de Dios. ¡Y es mucho más!

Es el PODER que emana de Dios, aquel por el cual El crea. Es el amor de Dios que el cristiano convertido recibe de su Creador. Es la fe de Cristo. Es el Espíritu que dota la mente humana de comprensión espiritual. Es el poder de Dios por medio del cual un hijo de El puede vencer el pecado. Es el Espíritu por el cual Dios imparte su carácter al ser humano que se entrega a El, se arrepiente y tiene fe.

Orando a Yahvéh, el Dios personal del Antiguo Testamento, David preguntaba: “¿Adonde me iré lejos de tu espíritu? ¿Y adonde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás tú; y si en el seol trato de acostarme, he aquí, allí tú estás. Si tomara las alas del alba y emigrara hasta el confín del mar, aun allí me alcanzaría tu mano, y me agarraría tu diestra.’’ (Salmo 139: 7-10)

¿Quién y qué es Dios? Dios es omnisapiente. Dios es omnipresente: ¡está en todas partes al mismo tiempo! No en su persona con forma como el ser humano, sino por medio del Espíritu Santo que emana de la persona de Dios Padre y también de Cristo el Hijo.

Los seres humanos podemos proyectar la vista a distancias enormes, pues vemos las estrellas que están a millones de años luz de distancia; pero no podemos actuar sobre ellas. Dios puede proyectar su Espíritu desde donde El está en persona, hasta cualquier punto — o todos los puntos — en el vasto universo; y lo que es mucho más: ¡puede actuar sobre TODAS LAS cosas!

Ahora volvamos á Génesis 1:1: “En. el principio creó Dios. . Estas palabras fueron escritas originalmente por Moisés bajo inspiración de Dios. Escribiendo en hebreo, empleó para “Dios” la palabra Elohim, que es un nombre colectivo lo mismo que familia, iglesia o grupo: una familia formada por dos o más miembros, una iglesia con muchos miembros, un grupo de varias personas.

Elohim se refiere a las personas que componen el Dios único, aquellas mismas personas que vemos en Juan 1:1: el Verbo y Dios. Cada una de estas dos personas es Dios.

En otras palabras, Dios es una familia de personas que hasta la fecha está compuesta por solamente dos: el Padre y el Hijo. Pero si el Espíritu de Dios mora en un ser humano y si este ser se deja guiar por el Espíritu, entonces es un hijo engendrado de Dios (Romanos 8:14).

Cuando Cristo regrese a la Tierra con supremo poder y gloria para establecer el REINO y restaurar aquel gobierno de Dios que fue abolido por Satanás, entonces todos los seres humanos que estén llenos del Espíritu de Dios y sean guiados por él, se convertirán en hijos nacidos de Dios. ¡Entonces la familia de Dios reinará sobre todas las naciones y EL GOBIERNO DE DIOS REGIRÁ nuevamente en la Tierra!

La doctrina de la “trinidad” limita Dios a tres personas, destruyendo así el evangelio de Jesucristo, pues ese evangelio es la buena nueva del Reino de Dios que pronto vendrá y que es la única esperanza para este mundo y sus desorientados habitantes.

La “trinidad” es una doctrina de aquella falsa iglesia que en Apocalipsis 17:5, se llama “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”.

Con esa y otras doctrinas, Satanás ha engañado a toda la cristiandad tradicional.

Una enseñanza aceptada ampliamente por el cristianismo tradicional, es que Dios está formado por una trinidad: tres personas en una, o sea Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La doctrina de la trinidad

¿Cómo se introdujo esa doctrina en el cristianismo tradicional? Declaramos enfáticamente que no provino de la Biblia. Leemos en Apocalipsis 12:9 que todas las naciones han caído bajo el engaño de Satanás. ¿Cómo fue que el diablo astuto introdujo esa doctrina dentro de las creencias cristianas?

La historia es interesante. Parece increíble que Satanás haya podido engañar no sólo al mundo en general sino también al mundo “cristiano”, a los seguidores de aquella religión que lleva el nombre de Cristo y se cree la verdadera. ¡Pero lo hizo!

Lo hizo por medio de la gran iglesia falsa, fundada en el año 33 E.c. por Simón el Mago, descrito en el capítulo 8 del libro de los Hechos como el jefe de la religión de los misterios de Babilonia. Aprendemos en 2 Reyes 17:23-24 que Salmanasar, rey de Asiría, invasor y conquistador del reino de Israel en los años 721- 718 a.c., había sacado al pueblo de Samaria, al norte de Jerusalén, y lo había remplazado con habitantes de las provincias babilónicas que profesaban la religión de los misterios. Estos eran, desde luego, gentiles, y en tiempos de Cristo se encontraban en esta área del norte de Palestina, aferrados aún a su religión babilónica.Los judíos, negándose a tratarlos, los llamaban despectivamente “perros”.

En el año 33, dos años después que Jesucristo, desde el cielo, fundó la Iglesia de Dios, el diácono Felipe, quien más tarde fue evangelista, fue a Samaria y predicó el evangelio de Cristo. Simón el Mago estaba entre la multitud que lo escuchaba.

Este Simón había encantado a la gente de ese país, la cual le seguía como jefe de la religión de los misterios, “desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el Gran Poder de Dios” (Hechos 8:10).

Cuando los oyentes creyeron a Felipe, quien predicaba el Reino de Dios, se hicieron bautizar, y con ellos, Simón. Luego, él se dirigió a los apóstoles Pedro y Juan pretendiendo sobornarlos con dinero para que le dieran el Espíritu Santo. Pedro lo reprendió duramente, pero Simón siguió proclamándose apóstol cristiano y le puso a su religión babilónica de misterios el nombre de “cristianismo”. Aceptó la doctrina de la gracia para el perdón de pecados (cosa que las religiones paganas nunca tuvieron) pero convirtió la gracia en licencia para desobedecer a Dios (Judas 4). Pretendía convertir su religión pagana, bajo el nombre de “cristianismo”, en una religión universal para lograr el dominio político del mundo.

Simón, el “Páter” (Pedro) de su religión falsa, no alcanzó a hacer realidad este deseo, pero más tarde los dirigentes que le sucedieron, con su sede trasladada a Roma, sí lograron controlar el Imperio Romano y su sucesor medieval, llamado el “Sacro Imperio”. ¡Hoy, aquella agrupación está en vías de resucitar en territorio europeo!

Para la sexta década del primer siglo, gran parte del Medio Oriente había abandonado el evangelio verdadero, adoptando uno falso (Gálatas 1:6-7). El apóstol Juan, quien aún vivía en la novena década del primer siglo de nuestra era, escribió el libro del Apocalipsis estando en la isla de Patmos.

Poco después, la iglesia fundada por Simón ya estaba tratando de convertir la Pascua cristiana en una celebración falsa llamada “Pascua de Resurrección” (Cristo había cambiado solamente la forma de la Pascua del Antiguo Testamento), la cual se celebraba antiguamente en la religión babilónica, en honor de la diosa Astarté. La palabra inglesa Easter se deriva directamente del nombre Astarté; este es el nombre que en los países de habla inglesa se le da a esa misma fiesta.

Muerto el apóstol Juan, uno de sus discípulos, Policarpo, tuvo una discusión acalorada sobre la cuestión de la Pascua con el obispo de Roma, quien se había convertido en jefe de la iglesia fundada por Simón.

Más tarde aún, otro discípulo del verdadero cristianismo de Cristo, Polícrates, sostuvo una controversia candente con otro obispo de Roma sobre el mismo asunto: la Pascua. En esta batalla, que se llamó la “Controversia Cuarto Decémina”, Polícrates afirmó, como lo habían enseñado Cristo y los apóstoles, que la Pascua había de guardarse según la nueva forma cristiana introducida por Jesús y por el apóstol Pablo (1 Corintios 11), tomando pan y vino en vez de sacrificar y comer un cordero, y que había de celebrarse en la víspera del 14 de Nisán (primer mes en el calendario sagrado). En cambio, la iglesia romana insistía en celebrar la Pascua pagana, en día domingo.

Alrededor de esa época se desató otra controversia, entre Arrio de Alejandría, dirigente cristiano que murió en el año 336 E.c., y un obispo romano. El tema era la trinidad; Arrio se oponía resueltamente a esta doctrina, y contaba con muchos seguidores.

En el año 325, el emperador Constantino convocó el Concilio de Nicea para que resolviera estas controversias. Constantino aún no era “cristiano”, pero como dirigente político que era, asumió el control. El Concilio aprobó tanto la doctrina del domingo de resurrección como la trinidad, y Constantino las convirtió en ley. ¡Pero no pudo convertirlas en verdad!

Satanás ha engañado a todo el mundo respecto a quién y qué es Dios, respecto a Jesucristo y el Espíritu Santo, y también respecto al gobierno de Dios basado en la ley espiritual divina. Además, lo ha engañado respecto a qué es el hombre y por qué existe, qué es la salvación, cómo se recibe, cuál es el evangelio verdadero, qué es la Iglesia y por qué existe, y qué depara el futuro.

¿Cómo es Dios?

La palabra “trinidad” no aparece en ningún lugar de la Biblia. Vamos a demostrar aquí claramente que Dios no se ha limitado a una trinidad; esta asombrosa verdad, una vez comprendida, es la revelación más grandiosa que pueda recibir la mente humana.

El primer concepto, o la primera enseñanza, acerca de Dios como una trinidad surgió en la segunda mitad del siglo II, o sea cien años después de escrita casi la totalidad del Nuevo Testamento. El falso cristianismo de Simón el Mago promovía esa doctrina vigorosamente, lo mismo que el domingo de resurrección pagano, contra la oposición tenaz de la verdadera Iglesia de Dios, con su congregación principal en Antioquía. La discusión se tornó tan violenta que amenazó la paz del mundo. El emperador pagano Constantino, pues, convocó el Concilio de Nicea en el cual la representación romana excedía en mucho a la de la perseguida Iglesia de Dios.

En el libro del Apocalipsis hallamos una profecía acerca de estas dos iglesias. El capítulo 12 nos muestra a la Iglesia de Dios verdadera como un grupo muy perseguido. Jesús lo llamó la “manada pequeña” (Lucas 12:32). Luego el capítulo 17 nos muestra a la iglesia falsa: una iglesia muy grande llamada por Dios “Babilonia la grande, la madre de las rameras” (versículo 5). La vemos alineada con los gobiernos políticos y montada sobre ellos. Todo el mundo se asombrará (versículo 8) cuando resucite este “Sacro Imperio Romano” de índole política y religiosa … el cual está en sus etapas preliminares ahora: la Comunidad Económica Europea, llamada corrientemente el Mercado Común.

Algunas versiones de la Biblia, incluyendo la Reina-Valera, contienen un breve pasaje al cual se aferran los que promueven la doctrina de la trinidad. Se trata de 1 Juan 5:7-8, que dice: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuer- dan”. Pero algunas de estas palabras fueron añadidas, probablemente a comienzos del siglo 4, por quienes publicaron la Vulgata latina. No aparecen en ninguno de los manuscritos griegos antiguos ni en muchas traducciones modernas. Se agregaron a la Vulgata latina en medio del calor de la controversia entre Roma, Arrio y el pueblo de Dios en Antioquía.

Los comentarios bíblicos explican que esas palabras no formaban parte del manuscrito del apóstol Juan ni se hallaban en ninguna de las primeras copias del mismo. Juan no llama a Cristo el “Verbo”, ni en sus tres epístolas ni en el Apocalipsis, sino que habla de “el Padre y el Hijo” (1 Juan 1:3); jamás hace mención de “el Padre y el Verbo” excepto en la parte apócrifa de 1 Juan 5:7-8. La revisión de 1977 de la Biblia de Reina-Valera incluye 1 Juan 5:7-8 en su totalidad, aunque las palabras espurias aparecen entre corchetes, lo cual indica que no figuran en los manuscritos griegos.

El archimentiroso Satanás tenía un motivo serio para querer añadir aquel versículo en la Vulgata. La doctrina de la trinidad contraría totalmente el evangelio de Jesucristo: el mensaje que El trajo a la humanidad proveniente de Dios. Ese mensaje es la buena nueva del venidero Reino de Dios, y esto es lo que Satanás más quiere anular, como veremos más adelante.

Cierto evangelista muy conocido dice: “Cuando comencé a estudiar la Biblia hace años, la doctrina de la trinidad fue uno de los problemas más complejos que hube de afrontar. Nunca lo he resuelto completamente porque contiene un aspecto de misterio. Si bien no lo entiendo cabalmente aún, lo acepto como una revelación de Dios… Explicar e ilustrar la trinidad es una de las tareas más difíciles del cristiano”.

Debemos recordar que el pronombre masculino “él”, empleado en español para referirse al Espíritu Santo, no indica que se trate de una persona. En los idiomas que tienen género neutro, este es el que se debe utilizar.

Por ejemplo, cuando se describe la primera venida del Espíritu Santo, al fundarse la Iglesia de Dios aquel inolvidable día de Pentecostés, el Espíritu vino del cielo con el sonido de un gran viento. Luego, el Espíritu Santo apareció, se manifestó visiblemente, “y se les aparecieron lenguas como de fuego” (Hechos 2:2-3). El Espíritu Santo, manifestándose en forma de lenguas de fuego, posó sobre cada uno de los discípulos.

En el versículo 18 del mismo capítulo, Pedro cita al profeta Joel: “Derramaré de mi Espíritu…”. El Espíritu Santo, como el agua, puede derramarse. ¿Acaso se puede derramar una persona, o “de” una persona, como derramó Dios de su Espíritu en esos 120 discípulos? También en Hechos 10:45 leemos que el Espíritu Santo fue derramado sobre los gentiles.

Por último, y para resumir muy brevemente: Dios es una familia, compuesta actualmente por las dos personas de Juan 1:1-4, pero con muchos millares de seres ya engendrados por el Espíritu de Dios, los cuales pronto nacerán en esa familia divina cuando Cristo retorne a la Tierra. Jesucristo, por su resurrección, nació como hijo divino de Dios (Romanos 1:4), siendo el primero en nacer así en dicha familia (Romanos 8:29).

Tanto el Padre como Jesucristo se componen de espíritu, con forma e imagen humanas y con ojos como llamas de fuego y rostro tan luminoso como el Sol.

Dios es Creador de todo lo que existe. Tanto Dios como “el Verbo” (quien se convirtió en Jesucristo) han existido eternamente, antes de todo lo demás. De ellos emana el Espíritu de Dios, por el cual Dios es omnipresente y omnisapiente. Dios Padre es el Padre divino de su familia, en la cual nacerán los cristianos verdaderamente convertidos.

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